El pasado fin de semana, unos compañeros del club realizaron unos barrancos en el Pirineo Oscense. Aquí os dejamos la memoria de su salida. Las fotos de la actividad se encuentran en la galería.
Barranquismo en Valle de Tena
Después de varios imprevistos y sufrir un par de bajas en el grupo (Peque, Roberto, os dedicamos estas fotos ;)) una salida que parecía que iba a ser, luego que no iba a ser, al final sí fue.
Salimos el viernes por la tarde de Aranda, Javier de Pedrojuán, Matapinos, Pedrete y Alba con mucho calor, por lo que tuvimos que hacer una parada para refrigerarnos en Langa, con la esperanza de encontrar la botella que el año pasado se quedó en el mostrador.
Continuamos dirección Zaragoza, al encuentro de los compañeros del club Xtrem de Humanes, Javi y Juan, que recientemente han adoptado a nuestros colegas de Guadalajara, Javi López y Ricardo. Juntos empezamos a planear el recorrido del día siguiente con el fin de evitar los cortes de carretera previstos por la celebración de la Quebrantahuesos, de cuya celebración en el mismo valle nos enteramos a última hora.
Llegamos a nuestro destino en Formigal, y tras distribuir las habitaciones según el nivel de ronquidos, y pelearnos con los mecanismos de literas y sofá-cama, nos acostamos por fin.
Sábado 17
Barranco Aguaré:
Barranco con una aproximación de hora y media, muy agradecida, a la sombra y con riachuelos y fuentes para refrescarnos. A pesar de que Javi nos había descrito los barrancos previstos, como rampas al sol, tuvimos suficiente caudal para estar fresquitos. El barranco tenía alguna zona engorgada, varias represas artificiales, por las que rapelar nos resultó espectacular, y bastantes marmitas con agua.
Barranco Os Lucás:
Tras una parada para comer tranquilamente, hasta que el último participante de la Quebrantahuesos nos dio paso, nos dirigimos al siempre a mano y muy divertido barranco Os Lucás, con la intención de completar el día. Disfrutamos del barranco, saltando y tirándonos por los toboganes, como si de un parque acuático se tratara.
Domingo 18
Barranco de Portet:
Después de una aproximación, ¡rampa al sol!, un poco larga y con unas vistas que, a través del sudor que nos nublaba la vista, intuíamos preciosas, llegamos a lo que creíamos que era la cabecera, para jabalinear en busca de un punto más alto que no localizamos y retroceder unos metros hasta la cabecera inicial.
Al principio, el barranco pintaba muy salvaje, con muchísimos troncos, zarzas y superficies muy resbaladizas, hasta encontrar un primer rápel volado espectacular, desde el que se veía el embalse de Lanuza. A partir de aquí, el recorrido transcurrió encadenando marmitas de suelo traicionero, con caos de árboles que nos hicieron pensar que había habido alguna plaga de castores. Un canal de abastecimiento nos anunciaba el final del barranco, y nos permitió un chapuzón final al abrir la trampilla.
Tras comer en el embalse de Búbal, disfrutando de sus vistas, nos despedimos de nuestros compañeros y emprendimos el viaje de regreso, entreteniéndonos innecesariamente, en busca de fotos que no fuimos capaces de conseguir.